BLOG DEL DEPARTAMENTO DE LENGUA CASTELLANA Y LITERATURA DEL IES BAJO ARAGÓN (ALCAÑIZ)

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miércoles, 25 de noviembre de 2009

TENSIÓN EN LA ALDEA

Era un día feo, nublado, desangelado. Mis amigas Eloísa, Lara, Rebeca, Nuria y yo, habíamos salido al monte de nuestro pueblo a hacer senderismo un rato. Había muchísimos caminos, sitios no explorados por la gente, y una infinidad de casas y aldeas abandonadas en otras épocas. De repente, cuando casi estábamos en la cima, empezó a llover a cántaros. Decidimos refugiarnos en una casa, cómo no, abandonada. Les dije a mis amigas:

- Chicas, yo no conozco este lugar.

A nuestros pies se extendía una cuesta enorme empedrada, con muchísimas casas casi en ruinas que aún conservaban el techo y los tejados. Ya eran las nueve de la tarde. De momento, nos cobijamos en el portal de la casa. Lara propuso que nos quedásemos a pasar la noche, Nuria creyó oportuno que llamásemos a nuestros padres ya que seguía lloviendo fuertemente, Eloísa dijo que no había cobertura y Rebeca asintió con la cabeza. Rebeca era la callada del grupo. En la piedra de la montaña estaba grabado: “Aldea de los espíritus”. Nos quedamos pasmadas. Entramos en la casa con un miedo enorme a pesar de ser aventureras. Comprobamos que la casa estaba llena de espejos.

- Los espíritus y los espejos tienen mucho que ver -dije-.

- ¿En qué? -preguntó Nuria-.

- Mi prima Elena me contó que los espíritus podían ser buenos o malos. Ambos se ven con los espejos. Para mí que la aldea está maldita y llena de espíritus malvados. Si no, los antiguos dueños no pondrían espejos por toda la casa. Tenemos que salir de aquí cuanto antes -dije preocupada-.

Lara anduvo hacia una ventana y la madera del suelo chirrió. Miró a través de ella y vio que la lluvia había cesado, pero había una niebla de aspecto tenebroso y misterioso que no permitía ver ni a un metro, y la chica nos dijo a las demás:

- Ha dejado de llover, pero hay una niebla muy espesa y, por lo tanto, no podemos salir.

Preparamos las camas, que estaban muy viejas y en el desván. Abrimos un baúl en el que había únicamente una carta.

“Querido Marcos, soy Laura. No puedo salir contigo por ahí esta tarde porque me mudo a Alcañiz ya que, si no lo hacemos, los espíritus nos matarán. Laura, 21 - IV - 1919”.

Nuria dedujo que había espíritus malvados en la casa. Teníamos pruebas.

Como Rebeca no había hablado aún, nos giramos para verla y nos dimos cuenta de que no estaba.

En los espejos vimos a un espíritu con un cuchillo ensangrentado. Su tez era verdosa y amarillenta, las cuencas de sus ojos apenas se notaban, su pelo era lacio y corto, de un color rojizo anaranjado. Sus ropas eran harapientas y los zapatos tenían muchos agujeros. Sin duda, quería hacernos algo.

Se acercaba lentamente hacia nosotras. Eloísa cogió un palo y le empezó a golpear. Él la tiró al suelo. Agarró con fuerza su cuchillo, lo levantó hacia arriba y…

El caso es que aparecí en mi cuarto, tumbada en la cama. Era de noche. Pensé: “ha sido sólo un sueño”.


Por la mañana me reuní con mis amigas en el instituto, con todas menos con Rebeca. Seguía sin aparecer, y ya no volvió a aparecer nunca más.


SILVIA BERJÓN ARGENTE (1ºC)

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