BLOG DEL DEPARTAMENTO DE LENGUA CASTELLANA Y LITERATURA DEL IES BAJO ARAGÓN (ALCAÑIZ)

UN BLOG PARA PENSAR, CREAR Y APRENDER

miércoles, 5 de noviembre de 2008

RUIDOS EN EL CEMENTERIO

Una rara inquietud pesaba sobre el cementerio, que por la noche parecía un lugar diferente. Las puntas de los cipreses producían ruidos y sombras extraños. Era una noche de luna llena en la que el cielo estaba totalmente negro.

A mí no me gusta ir a los cementerios, pero mi perro se había perdido por los alrededores y no me quedó más remedio.

Desde la puerta oía extraños ruidos y sombras que se movían. Conseguí entrar, pero a los cinco pasos sentí algo cerca de mí y salí huyendo. Al llegar a casa se lo conté a mis padres y mis tres hermanos. Mis padres insistían en que no había nada raro ni extraño en el cementerio, pero conseguí volver, esta vez todos juntos.

Al llegar, todavía en la puerta, oímos de nuevo unos ruidos. Papá decía que era el viento, pero cambió de idea cuando vimos a lo lejos un extraño cuerpo que se movía.

Entramos todos en el cementerio y, llenos de miedo, nos pusimos a buscar a mi perro. Por fin lo encontramos, y cuando ya estábamos cerca de la salida nos tropezamos con un extraño cuerpo. Mi padre encontró una vela en el suelo y la encendió como pudo. Era un hombre sucio, con ropas viejas y rotas. Estaba tumbado en el suelo pero respiraba. Con nuestros gritos se despertó y se levantó. Salimos huyendo pero aquel hombre era más rápido que nosotros y pronto nos alcanzó. Vimos que aquel extraño hombre era Jonás, el viejo vagabundo al que hacía dos o tres años que no se le veía en el pueblo. Jonás vio que estábamos muy asustados, y para tranquilizarnos nos contó que desde que murió su mujer no había salido del cementerio. Pasaba las noches junto a su tumba.

Volvimos a casa con el perro, tarde pero tranquilos. Sabíamos que no había nada extraño ni misterioso en aquel viejo cementerio. FIN.


BERTA GARCÍA MARTÍNEZ

Un presente terrorífico

La noche era fría y húmeda, pero en la pequeña sala los postigos estaban cerrados y el fuego ardía avivadamente y un chico aburrido, estaba mirando el fuego para pasar el rato y de repente vio un rostro que le miraba entre el fuego, la mirada del rostro era horrible, era como si te estuvieran matando. Después de unos largos 5 segundos, la imagen se desvaneció, el fuego estaba apunto de apagarse. El padre del chico era un humilde marinero que había parado en este hotel para descansar de su largo viaje. EL encargado del hotel fue a buscar leña para encender el fuego y después de que se fuera se oyó un grito desgarrador. Las personas que estaban en la sala fueron corriendo a ver qué le había ocurrido, al encargado se lo encontraron sentado en el suelo, tenia el rostro tan pálido como la leche, la gente estaba asustada, no sabia qué le había sucedido entonces el marinero le tomó el pulso y se extrañó porque no tenia había muerto por causas desconocidas. Se fueron a dormir y el chico cuando iba encaminado hacia su habitación, vio en el espejo del pasillo el mismo rostro que había visto en el fuego, pero esta vez se estaba riendo, el chico se preguntó de qué se debía reír y de repente le vino a la mente una respuesta: se reía de la muerte. Fue corriendo a su habitación y vio que su padre estaba tumbado en la cama muy pálido, tanto como estaba el encargado del hotel, pidió ayuda acudió medio hotel, le tomaron el pulso y no le latía, declararon que había muerto. El chico se quedó solo en la habitación y de repente empezó a llover, una tormenta descomunal con rayos, truenos y relámpagos, cuando se giró hacia la ventana para ver lo que sucedía en la calle, observó que se acercaban dos vehículos, uno de la policía que venía a ver qué había ocurrido y otro del hospital que venía a llevarse los cadáveres. Cuando dejó de mirar por la ventana, vio entonces en el espejo de la habitación el mismo rostro que en el fuego y en el pasillo, pero esta vez iba vestido y tenia cuerpo, llevaba: una capa negra, una camisa blanca, pantalones negros y zapatos negros, le miró y al mismo tiempo se desvaneció: Llamaron a la puerta del hotel y bajó corriendo, quería huir, salir en el barco de su padre e irse a otro país. Cuando llegó a la puerta, el mayordomo y el director del hotel estaban en la recepción al lado de los médicos y de los policías. Cuando estaba bajando las escaleras me miraron todos con una mirada de terror y en unos 3 segundos cayeron todos muertos. Cuando me di cuenta vi una mano amarillenta muy arrugada que se posaba en mi hombro me la vuelta rápidamente y vi a un hombre vestido igual que el hombre del espejo, pero había una diferencia, era que la imagen del espejo era el mismo cuando era joven, el hombre habló y le dijo que había conocido a mi pasado cuando me hospedaba en este hotel y el chico cayó muerto al instante.

Víctor García

Historia de terror

Una rara quietud estaba sobre el cementerio,por la noche parecía un lugar diferente.
Las puntas de los cipreses se movían con fuerza y el murmullo del viento se podía
oír en todas las partes del cementerio,pero había un ruido extraño que mis oídos
no lo podían describir,porque se oía a lo lejos,pero era algo así como una voz
bronca,que parecía de hombre,pero no sabría decir de qué parte del cementerio
venía.
Me decidí a ir yo solo a ver qué pasaba,estaba muy asustado,pero sabía que si no
atrevía a ir yo solo a ver qué pasaba,estaba muy asustado,pero sabía que si no
me atrevía a ir me arrepentiría el resto de mí vida. Entonces emprendí mí camino
hacia la parte oscura del cementerio,tenía los oídos tan abiertos que hasta el
revoloteo de un mosquito a veinte metros habría llamado mí atención.
Pero no oía nada más que aquella voz bronca y arrogante y el crujido de las
ramas secas de los cipreses que crujían bajo mis zapatos.
A medida que me iba acercando al lugar de donde provenían las voces me
palpitaba más el corazón y de vez en cuando un escalofrío me recorría todo el
cuerpo me iba acercando a un árbol,del que parecía que salía esa voz ,pero
de repente no oía nada. Apareció un abuelo,llevaba un bastón medio roto,
una camisa y pantalones agujereados,tenía la cabeza agachada y las manos
metidas en los bolsillos,me dijo algo en otro idioma,algún lenguaje raro,porque
yo no entendí nada,claro que aunque lo hubiera dicho en mi idioma, tampoco lo
habría entendido,me palpitaba tanto el corazón que se me iba a salir. Pero,me dí
cuenta de que la voz del abuelo ya no era una voz bronca,sino todo lo contrario,
me habló susurrante,subió la cabeza,y le miré a los ojos,pero,¡qué ojos! Si los
tenía en blanco,no tenía pupilas,sacó las manos del bolsillo,las tenía sin piel,
ni carne,sólo tenía huesos y dijo algo susurrante,yo estaba tan asustado que
me intenté ir corriendo,pero no podía,dos manos me habían sujetado los pies,
y me apretaban muy fuerte,pero eso no era todo,porque instantes después todos
los difuntos del cementerio,salieron de sus tumbas y vinieron enseguida a
rodearme,me cogieron entre cinco o seis y me taparon los ojos,y no sé dónde
me llevaron,estaba encima de una mesa,y atado de pies y manos,con cadenas,
muchos me miraban como si les hubiera hecho algo malo,y uno de ellos hablaba
mi idioma y dijo: te vamos a comer para recuperar nuestra carne ,y así poder
volver a ser como éramos antes.
Entonces todos ellos abrieron sus bocas,casi sin dientes,se acercaron a mí y yo
cerré los ojos para no verlo. Pero me desperté en mi cama,que estaba empapada
de sudor,mi madre me llamó y me dijo que era la hora de comer y que para comer
había carne,pero yo le dije a mi madre que no quería comer carne nunca más.
FIN.
Rubén Albesa.