BLOG DEL DEPARTAMENTO DE LENGUA CASTELLANA Y LITERATURA DEL IES BAJO ARAGÓN (ALCAÑIZ)

UN BLOG PARA PENSAR, CREAR Y APRENDER

martes, 21 de abril de 2009

UNA MAÑANA EN EL MUSEO

Aquella soleada mañana de verano había decidido ir al museo de mi ciudad. Exponían una famosa colección de Van Gogh. Entré en el museo y comencé a mirar detenidamente cada cuadro. Apenas llevaba 10 minutos en el museo, cuando de repente se apagó la luz. Al volverse a encender me di cuenta de que ya no estaba en el mismo lugar que antes del apagón, sino en otro totalmente desconocido para mí. Justo a mi lado había un pequeño río que parecía seco. Más lejos podía ver un grupo de fieros leones y una casa de campo. No sabía dónde estaba y me acerqué a ella para pedir ayuda. Pasé junto a los leones y al verme, se levantaron. Se me quedaron mirando fijamente y acto seguido empezaron a perseguirme. Corría con los leones detrás, en todas las direcciones, pero en todas ellas solo había campo. Ya estaba desesperado cuando empezó a sonar una campana. Los leones, entonces, pararon, se tumbaron y se echaron a dormir. Empecé a correr hacia la casa de antes, ahora lejana, aprovechando la ocasión. De repente, en medio del campo, apareció un agujero en el que sin darme cuenta caí. Estuve gritando y sin ver nada hasta que llegué al suelo. Cuando por fin se volvió a iluminar todo me vi sentado en un banco del museo, justo delante de un cuadro idéntico al lugar desconocido donde había estado.

La gente a la que le cuento mi historia de aquel día dice que todo son imaginaciones mías, pero yo creo que aquella mañana la pasé dentro de un cuadro de Van Gogh.

FIN
BERTA GARCÍA. 1º ESO A.

UNOS SIMPSONS ESPECIALES


El otro día estaba con mi hermana viendo la televisión. Estaban haciendo los simpsons , mientras veíamos la tele estábamos comiendo. Empezó la publicidad y aproveché para ir a a la cocina a por un vaso de agua. Cuando volví aún hacían anuncios, pero mi hermana y yo decidimos no cambiar de canal y esperar a que se terminara la publicidad. Mientras comía, se me cayó el plato de la mesa y un trozo de la comida cayó en la pantalla de la televisión. Fui a por un trapo para limpiarlo y cuando hubo contacto entre la televisión, el trapo y yo hubo una especie de cortocircuito y se apagaron todas las luces. En unos cinco segundos se volvió a encender todo. Yo, ya no estaba limpiando la pantalla, ¡estaba en casa de los simpsons!. Me había metido en la televisión sin saber cómo. A través de la pantalla se veía a mi madre asombrada al igual que mi padre y mi hermana. Me desmayé pensando en cómo podría salir de allí. Al despertarme abrí los ojos y vi a mi familia, menos mal, ya no estaba en casa de los simpsons. Me fui a la cama y decidí no comer nunca más en el salón y si no comer con mucho cuidado para que no se me cayera la comida.

LAURA BONFIL CELMA. 1º ESO B.

LA ÚLTIMA PELÍCULA

Miré mi reloj por tercera vez, asegurándome de que no llegábamos tarde al cine una vez más. Volví mi mirada hacia las escaleras por las que tendría que haber bajado ya Maya hacía rato. Suspiré cansado de esperar y me senté en el sofá de la habitación contigua. Me rendí ante la idea de que esta chica fuese a bajar pronto, siempre había sido igual de lente y no creía que fuera a cambiar entonces. Realmente, no creía que fuera a cambiar nunca. Inevitable e inconscientemente volví a mirar la hora, quedaban veinte minutos para que la película comenzara y todavía teníamos que comprar las entradas, así que subí a la habitación en la que Maya se estaba arreglando y llamé a la puerta. Me apoyé contra la pared para esperarla y momentos después esta aparecía tras la puerta.
Rápidamente salimos de la casa y montamos en el coche que nos esperaba en la entrada, Javier conducía. Por suerte para nosotros no hubo tráfico aquella tarde y no tardamos en llegar al cine. Compramos las entradas y palomitas, más tarde entrábamos en la sala preparados para ver la película. Nos acomodamos en nuestros asientos y esperamos a que esta empezara tras los anuncios. De repente, la sala se quedó a oscuras con la única iluminación de la pantalla. Poco después la película comenzaba y el paisaje inicial se dibujó en la pantalla, como si fuera una ventana. En una de la escenas una chica guapísima apareció entre la maleza. Su rostro era de facciones finas y delicadas. Sus ojos azules como el mar el pleno verano y su cabello azabache parecía sedoso y brillante cuando el sol lo acariciaba. Quedé hipnotizado por su sonrisa. Instintivamente me levanté de la butaca y avancé hasta la gran pantalla, esta funcionó como una puerta que me llevó junto a la chica. Sin darme cuenta estaba dentro de la película, justo donde segundos antes aquella mujer había estado. Pero ya no, había desaparecido. Me giré y miré en todas las direcciones posibles, enseguida me di cuenta de que estaba totalmente solo. Me adentré en la espesura del paisaje en busca de alguien. Caminé durante horas hasta que por fin divisé la silueta de un poblado indio en el horizonte. Corrí hacia él. Al llegar sus habitantes me miraran extrañados. Uno de ellos salió corriendo y fue a avisar al jefe de la tribu. Este me dijo algo en un idioma que yo desconocía. Al ver que no le había entendido, comenzó a hablar en un inglés muy básico que entendí un poco mejor, ya que el mío tampoco era muy bueno. Me dijo que me acompañaría a buscar el camino de regreso. Asentí y le seguí hasta unos cercados en los que había un par de caballos. Él montó en uno de un color marrón intenso y yo subí en otro color canela. Nunca había montado en caballo pero en ese momento lo importante era volver a casa, o al cine.
Cabalgamos hasta llegar a un espeso bosque, mi montura se paró a comer y con mi poco manejo de animales no pude hacer que siguiera adelante. De esta manera me perdí, sólo veía árboles y arbustos, no encontraba por ninguna parte a mi guía. Decidí seguir yo solo, ya que quedarme donde estaba tampoco me serviría de mucho. Seguí cabalgando dando vueltas, o ese era la sensación que yo tenía. Pasó una hora desde que me había quedado solo y unos extraños ruidos empezaron a resonar en el bosque. Poco a poco unos sombras fueron a pareciendo entre los arbustos y antes de que pudiera reaccionar me vi rodeado por la manada de hambrientos lobos. Mi corcel, asustado, salió corriendo sin mí tras dar una coz al aire haciendo que los lobos que se situaban cerca retrocedieran. De repente me encontré tumbado en el suelo y una manada de lobos se abalanzó sobre mí cuando... Me desperté en mi cama empapado por un sudor frío. Miré mi reloj, eran la doce del medio día. Entonces mi teléfono móvil sonó a mis espaldas. Lo cogí.
- ¿Enrique, quieres venir esta tarde al cine con Javier y conmigo a ver la última película de indios?


LAURA HERRERO. 1º ESO A.

TENER GUERRA SIN QUERERLA

Estaba un día de otoño, Manuel, saliendo de trabajar cuando vio una película en el cine que quería ver, así que fue rápidamente a casa para comer y marcharse al cine en apenas veinte minutos. Llegó al cine, compró la entrada y entró a ver la película, que se llamaba “Comando Bazooka”. Empezó la película, pero no se sabe como, aunque fuera de guerra, se durmió en cinco minutos, para despertar poco después. Cuando despertó se encontró en medio de un tiroteo, y enseguida reconoció esa guerra,
¡se había metido dentro de la película! Buscó un sitio donde cobijarse de los tiros, y ese sitio era una gran casa abandonada, pero lo que él no sabía es que dentro había unas grandes ratas carnívoras, en cuanto dio dos pasos le salieron un montón. Dio un paso hacia atrás, entonces la más grande y gorda lo miró fijamente y un segundo después, esta saltó sobre Manuel. Él la esquivo y salió de nuevo a la calle. Después de mucho buscar entre los diferentes tiroteos entró en un monumento para víctimas del terrorismo, nada más pisarlo volvió a la sala, entonces comprendió que nunca se puede tener prisa para ir a ver una guerra. Cuando volvió a casa se prometió que nunca volvería a ir a ver una película de guerra.
HELIO RUBIO. 1º ESO B.

LA CRUZ DE ORO

Eran las doce de la noche y David estaba leyendo su libro favorito en su habitación. Estaba muy cansado, se le cerraron los ojos, los volvió a abrir y se vio en un castillo oscuro, lleno de telarañas, sucio y además se oían ruidos extraños. Él tenía mucho miedo, se quedó quieto en un rincón, escondido, y, al pasar unos minutos vio como una extraña figura entraba en el castillo, era pálido, tenía una capa roja y dos grandes colmillos, era un vampiro. Entonces lo entendió, estaba dentro del libro que estaba leyendo. El vampiro tenía una prisionera, lo sabía porque ya lo había leído, tenía que rescatarla. Sabía que estaba en el piso de arriba, así que esperó a que el vampiro se marchara para salir de su escondite. Ascendió sigilosamente por la escalera hasta que llegó a una puerta, la abrió lentamente y observó que era un gran salón, en cada silla había un vampiro y en la punta de la mesa estaba la prisionera atada a la silla. Los vampiros no estaban comiendo, cada uno tenía un vaso llenó de sangre. Se les estaba acabando y aún no habían saciado su sed. Iban a asesinar a la joven para beber su sangre. Ahora tenía que llegar un caballero a salvarla, lo sabía pero a partir de ahí ya no había leído nada. Ahí venía el caballero, irrumpió en la sala con ajos y estaca pero los vampiros no se asustaron y fueron hacia él. Entonces David se armó de valor, entró en la sala y gritó todo lo fuerte que pudo. Los vampiros se detuvieron desconcertados, mientras tanto el caballero clavó la estaca a uno y tiró los ajos alrededor de los demás. Los vampiros, asustados, fueron hacia sus compañeros muertos, entonces el caballero desató a la mujer y huyó del castillo. El chico también escapó y se encontró con el caballero en la puerta del castillo. Este le entregó una cruz de oro por haberle ayudado y se la puso en el cuello. David se despertó tranquilamente en su casa, y, en el cuello tenía la misma cruz de oro que le había entregado el caballero, además leyó en el libro todo lo que había sucedido con él y el caballero. A partir de ese día nunca se quitó la cruz y siempre le protegió de todos los males.

Fin
ANDRÉS CRUZ. 1º ESO.