BLOG DEL DEPARTAMENTO DE LENGUA CASTELLANA Y LITERATURA DEL IES BAJO ARAGÓN (ALCAÑIZ)

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martes, 18 de noviembre de 2008

El misterio de los Wang

Era una desapacible noche de invierno, el cielo estaba inundado de rayos, las contraventanas chocaban y las bisagras chirriaban en la mansión abandonada de los Wang, a 23 kilómetros de la Ciudad Prohibida (China).
Eran muchas las familias que habitado allí pero habían desaparecido o se habían marchado. Decían que a las cuatro menos cuarto de la madrugada había gritos muy extraños y desgarradores en el ala-sur de la mansión, y que veían sombras y siluetas de algunos de sus familiares ya fallecidos, en el jardín había lapidas de antiguos emperadores y descendientes de la familia Wang, pero ¡Las tumbas estaban abiertas!
La última familia que residió en la mansión Wang desapareció y nadie los ha vuelto a ver más.
Ahora va a ir a esa mansión la familia Yung-Zu, que no saben nada de todas las tragedias que han ocurrido en esa casa.
Cuando llegaron a la mansión limpiaron el polvo y tiraron los muebles carcomidos y las puertas con extrañas manchas rojas, que parecían de sangre, también tapiaron una trampilla secreta que daba al sótano para que no se cayera nadie abajo.
Era su decimoquinto día en la mansión Wang, habían oído algunos ruidos y habían visto sombras pero pensaron que serian las lechuzas y los lobos que residían por las grandes praderas de la mansión Wang, pero luego se dieron cuenta de que venían del sótano y el hijo pequeño bajo a ver… sólo se oyó un grito y después desapareció en las penumbras de aquel cuarto oscuro en el que solo se filtraba un hilillo de luz procedente de una estrecha ventana que había en el sótano.
Poco a poco todos los miembros de la familia fueron desapareciendo hasta que solo quedaron el hijo y el padre, que pidieron ayuda a la policía que también desapareció. Aquello era siniestro, el hijo y el padre vivían aterrados, se habían planteado muchas veces mudarse a otra casa, pero aun seguían viviendo allí.
El segundo mes bajaron al sótano con una horca y una escopeta, solo encontraron un gran cofre repleto de dinero y joyas, un pergamino y estatuas, muchas estatuas que eran las de sus familiares y los de las otras familias que habían descendido al sótano y se habían petrificado, el padre cogió el pergamino porque el no era avaricioso y el hijo leyó en voz alta lo que ponía: “Las estatuas son las personas avariciosas que intentaron robar el tesoro de la mansión Wang y se petrificaron, como vosotros dos no habéis sido avariciosos, se ha roto el maleficio…” ¡Boooom! Todas las estatuas se volvieron humanos, todos felicitaron a la familia Yung-Zu, y así se descubrió el secreto de los Wang.

Andrés Pérez

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