Todo empezó cuando tenía 8 años. A mi se me cayó un diente de leche, yo no paraba de pensar en qué me iba a dejar el Ratoncito Pérez, mi madre cada vez que le preguntaba me decía que “el Ratoncito aún no había cobrado y yo le preguntaba a mi madre que cuándo iba a cobrar, ella me respondía que “a final de mes “.
Y cuando llegó fin de mes mi madre ya había cobrado y esa misma noche el ratoncito me dejó un regalo debajo de la almohada y me di cuenta que el Ratoncito Pérez era mi madre.
En estas vacaciones de verano íbamos tres amigos y yo a la piscina de una amiga. Querol dijo que por el atajo llegaríamos antes y como íbamos un poco justos de tiempo fuimos por donde él dijo, pero el atajo era un ascensor viejo que no se suele estropear. De pronto el ascensor se paró. Se abrió un poco la puerta y pude ver que estábamos entre el primer y el segundo piso.
Llamamos al botón de emergencia que tenía el ascensor pero no contestó nadie. A los cinco minutos volvimos a llamar y ahora sí que contestaros, les dijimos donde estábamos y nos dijo que en diez minutosestaría allí. Al cuarto de hora de estar dentro del ascensor ya empezaba a hacer calor.
De repente, el ascensor se movió. Gabriel que también estaba, se asustó y nos decía que nos íbamos a morir. El señor que tenía que venir tardó unos veinte minutos en llegar, se hizo muy larga la espera. Cuando llegó , se subió encima del ascensor y lo arregló. Después lo llamó desde abajo y el ascensor bajó.
Cuando salimos teníamos frío ya que en el ascensor hacía mucho calor. Le dimos la mano como agradecimiento.
Habíamos perdido mucho tiempo y el atajo no resultó ser muy bueno, pero teníamos que seguir hasta la casa de la amiga.
De camino nos reímos mucho por lo que nos pasó. Teníamos mucho calor y nos metimos al río. El agua estaba fría y nos costó un poco meternos, nada más entrar Querol salió corriendo del agua y le dijimos:
-¿Qué te pasa?
Y dijo:
-¡El móvil!
Se había metido con el móvil, lo dejó al sol un rato y después lo secó con su camiseta. Lo probó y: ¡funcionó!
Volvimos a perder tiempo en nuestro camino. Seguimos andando y cuando llegamos hacía rato que estaban todos nuestros amigos.
Les contamos todo los que nos pasó y se reían, pero si les hubiera pasado a ellos no se reirían tanto. Nos metimos a la piscina y terminamos de pasar la tarde muy bien.
Voy a contar el caso más espantable y prodigioso que buenamente imaginarse puede, caso que hará erizar el cabello, horripilarse las carnes, pasmar el ánimo y morirse de miedo. Os voy a contar tres historias de miedo, basadas en hechos reales, pueden ocurrir en cualquier hospital, cualquier día, cualquier noche…
Ocurrió lo que ya se esperaba durante un largo tiempo; una persona falleció en la habitación de un hospital solo y sin compañía, después de morirse se lo llevaron de la habitación, y durante la noche, cuando los enfermos necesitaban algo llamaran al timbre, pero la sorpresa del personal que estaba trabajando fue descubrir que el único timbre que sonaba durantela noche era de la habitación donde había fallecido esa persona. Las enfermeras tenían tanto miedo de entrar en la habitación porque no sabían si sería su espíritu el que llamaba pidiendo ayuda, ya que murió solo y triste.
Pudieron descubrir que fue su espíritu porque después grabaron en una cinta los sonidos y las voces quedaron en la habitación.
Otra historia es que en ese mismo hospital trabajaba una enfermera que podía sentir la muerte de una persona que iba a morir pronto. Aunque él no lo supiera.
Cuando entraba en la habitación de la persona que iba a morir, ella veía una sombra negra con la forma de una persona encapuchada a los pies de su cama y sentía un frió enorme que le recorría todo el cuerpo, desde los pies hasta la cabeza. Y a las pocas horas esa persona moría.
Otra pequeña historia es que cuando muere un paciente se le traslada en ascensor hasta el depósito acompañado por un celador. Pero un día sucedió que ese celador casi se muere de miedo al ver que dentro del ascensor el muerto se puso sentado en la cama, aunque solo fueron unos segundos.