¡Por fin!, ¡Vacaciones! Mi amigo Alberto y yo ,habíamos hecho grandes planes para el verano.
Pretendíamos ir a la playa, o a la montaña.
Nosotros como somos muy pueblerinos decidimos ir a la montaña.
Partimos el lunes por la mañana desde su casa, puEs está más cerca del monte. Al llegar al monte, montamos las tiendas de campaña y colocamos la comida sobre la manta del picnic. Llegó la hora de comer y sacamos nuestros deliciosos bocadillos de jamón y los devoramos ferozmente.
Por la tarde exploramos la zona provistos de nuestros garrotes, por si los lobos……….Encontramos dos serpientes e hicimos que se pelearan entre sí.
Al caer la noche nos tomamos nuestros bocadillos, oímos aullidos de lobos en las cercanías. ¡No! ¡Habíamos olvidado encender la hoguera para ahuyentar a los lobos! ¡Estábamos perdidos nada nos podía salvar! Vimos unas sombras entre los árboles, eran los lobos, se fueron acercando hacia nosotros acorralándonos. Pero una sombra apareció de la penumbra y embistió a los lobos uno a uno.
No nos dio tiempo a ver nada. Por fin nos atrevimos a abrir los ojos, ante nosotros se posaba un macho cabrío de dos metros de altura aproximadamente comiéndose nuestros bocadillos, bueno, o lo que quedaba de ellos y desapareció. Fuimos corriendo y llorando a casa, pero siempre recordaremos a aquel héroe sobre cuatro patas que nos había salvado la vida.
RAÚL MONSERRATE. 1º ESO B.
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